3.- Conferencias en lugares públicos

Este sistema de evangelismo que parecía un sueño hace bien pocos años en España es hoy posible, como lo ha sido, y lo es, en muchas naciones de Latinoamérica.

Existen muchos locales, de sociedades culturales, u organismos estatales, a los que podemos tener acceso a bajo coste, y a veces incluso gratis, cuando son solicitados para dar una conferencia cultural o una audición musical de canto en coro.

Toda conferencia, sea sobre el tema que sea, debe tener un objetivo evangelístico, y ello debe declararse abiertamente en su parte final, ya que de otro modo sería inútil y ociosa su realización.

Hay quienes dicen que basta con ser «un medio para darnos a conocer», aunque el tema no sea religioso, pero este objetivo no es suficiente, pues el pueblo nos conoce ya, particularmente en poblaciones pequeñas, y no valdría la pena el esfuerzo si no es para hablar al corazón de la gente y hacerles reflexionar sobre las cosas eternas, aun cuando la invitación sea para un tema cultural. Las películas del Instituto de Ciencia, Moody, terminan siempre con un mensaje espiritual, sea cual sea el tema que traten. Pero tienen lugar muchas conferencias, así como recitales de canto y representaciones dramáticas patrocinadas por iglesias, que se limitan a presentar aspectos cul-turales, y sus promotores parecen avergonzarse de mencionar siquiera el nombre de Dios o hacer alusión a las altas verdades del Evangelio.

Y aún es más inexplicable –como decíamos– la dicotomía que tiene lugar frecuetemente en conferencias y fiestas musicales y dramáticas que celebran algunas iglesias en locales propios, en los cuales proceden exactamente como si se tratara de sociedades laicas, pues creen que deben separar los actos de carácter festivo o cultural de los servicios religiosos, olvidando el mandato del apóstol Pablo (Colosenses 3:17), referido en el anterior capítulo.

Es cierto que en centros ajenos hemos de respetar las reglas establecidas por sus propietarios, no dando un carácter extremadamente religioso a nuestras actuaciones, si las hemos anunciado como de carácter cultural o recreativo. Pero en todos los casos de-bemos dejar la marca y el impacto de nuestra fe hasta donde nos lo permiten los principios y reglas de la sociedad.

Estos principios son hoy más amplios que en otros tiempos, debido al respeto a las convicciones religiosas diversas que amparan las democracias de una sociedad pluralista.

Pero ninguna limitación existe (a no ser la de la propia frialdad espiritual y falta de celo misionero) en las festividades celebradas en locales propios de la iglesia, para no terminarlos con una oración y un insistente anuncio de los actos de culto de la iglesia, por más que la fiesta haya sido anunciada con carácter cultural o musical.

Además, diremos que debe existir entre los cristianos evangélicos un estrecho sentimiento de cooperación entre las diversas iglesias que tratan de acercar las almas a Cristo. Por tal razón deben aprovecharse todos los actos públicos en los cuales nos consta que han concurrido personas ajenas a nuestra fe para anunciar los demás esfuerzos evangelizantes a los que el auditorio puede tener fácil acceso, como son programas evangélicos por radio, u otras iglesias ubicadas en diversos lugares de la ciudad. Sólo de este modo se puede demostrar el celo evange-lístico, que no consiste en el propósito de aumentar, exclusivamente, la membresía de la propia iglesia, sino en procurar la salvación de las almas.

Evangelización mediante fiestas musicales Los conciertos corales son especialmente apropiados para la evangelización: En tales actos es indispensable leer antes la letra de los cánticos, a menos que haya habido la posibilidad de repartir copias entre el auditorio. Es muy difícil distinguir y comprender las palabras cantadas por un coro si no se ha procedido antes a su lectura; y si el tiempo y lugar lo permiten, es aún mucho más provechoso hacer alguna consideración de carácter evangelístico antes de la interpretación coral. Estos mensajes intercalados no deben exceder de tres minutos, especialmente si son varias las actuaciones del coro y éste ha de permanecer de pie en los intervalos.

Estas pausas tienen tres objetivos a cual más importante:

•Permitir un descanso a los actuantes.
•Que el público pueda relajar su oído, y así apreciar y gozar mejor de la siguiente interpretación.
•Sembrar la semilla del Evangelio en el corazón de los oyentes. El canto es siempre mucho mejor apreciado y gozado cuando pueden ser comprendidas las palabras.

Un recital de cánticos evangélicos puede ser un verdadero sermón cuando mediante la concertación de piezas se le da una estructura de orden homi-lético, como si fuera una cantata, aun componiéndolo de himnos diferentes. Para ello es necesario poner en primer lugar cantos que expresen el pecado, la tristeza, la soledad, el dolor, es decir, cosas que tengan que ver con el mundo presente; seguidos de otros cantos que se refieran a Jesucristo y su obra redentora, para terminar con otros que expresen la esperanza celestial y el triunfo de la gloria. Este es el gran mérito de la celebérrima cantata «El Mesías» de Hændel, y debería ser la característica de todas las cantatas evangélicas.

Conciertos musicales


Éstos consisten exclusivamente en música instrumental de piano, violín, órgano u orquesta. Sólo las personas expertas en el arte músical pueden hallar sentido y disfrutar intensamente de tales interpretaciones, que para los no expertos son simplemente una serie de acordes más o menos agradables. Muchas de las piezas corales de Bach llevan en sí mismas un sentimiento religioso y espiritual que las caracteriza; pero ello es generalmente desconocido por el público, por figurar los textos originales en el idioma alemán.

Ahora bien, si la interpretación musical va precedida de una introducción explicando algún detalle de la vida del célebre autor, o un comentario basado en el texto original, no sólo puede aumentarse la buena comprensión y deleite de los expertos en música, sino también de los profanos, y así ser, para ambos públicos, un medio de evangelización y comprensión espiritual.

Desafortunadamente, algunas veces hemos sido testigos de un concierto musical, realizado por algún magnífico ejecutor evangélico, al que han asistido expertos musicales no creyentes, y que ha sido convocado con un propósito evangelístico (por lo menos así se ha declarado a los miembros de la iglesia) en el cual no se ha hecho mención alguna del Evangelio, y su único fruto ha sido la presencia de elementos no evangélicos en un local donde otros días se acostumbra predicar el Evangelio. Sin embargo, los inspirados trozos musicales que expresaban, musicalmente, excelentes
sentimientos cristianos, que podían ser utilizados para dar el mensaje evangélico de palabra, fueron totalmente ignorados, como si se tratara de un concierto secular. Sin embargo se publicó la noticia en la revista denominacional como una labor de evangelización.

La evangelización por films cinematográficos


Se trata, quizá, del método moderno más efectivo de evangelización. Es un principio pedagógico bien conocido que queda fijado en la mente doblemente, y con mejor comprensión, lo que entra conjuntamente por dos de los sentidos –el oído y la vista–, que lo que entra por uno solo.

Como decíamos en el capítulo anterior, hoy contamos con los films del Instituto Moody, preparados especialmente para la evangelización de escolares adolescentes; aunque pueden también ser usados con provecho ante público de adultos; los de Concordia Films, y otras sociedades misioneras, así como también los films de la Asociación Billy Graham, que, tras una historia interesante, suelen concluir con un sermón del famoso evangelista. Es-tos últimos films apenas necesitan comentario de los presentadores, ya que el sermón de Billy Graham es una exposición tan clara y sencilla del Evangelio que difícilmente puede ser superada. Sin embargo, una breve conclusión por parte de alguien con facilidad de palabra tiene el calor de la presencia personal. Siempre que sea posible, el presentador del programa visual debe ofrecer la oportunidad
de continuar ampliando el conocimiento del Evangelio que ha sido expuesto en la pantalla, anunciando otros medios al alcance del auditorio, como emisiones radiofónicas o cultos regulares en iglesias de la localidad. Nunca debe olvidarse este detalle.

Si el film ha sido proyectado en una iglesia, lo más oportuno es cerrar el acto con una breve oración. Se trata de una nueva forma de culto, y como tal debe ser considerado. Si se trata de un local público, quizá será necesario abstenerse de este detalle para evitar que los escépticos puedan criticar que han sido invitados a una conferencia y se les ha dado un culto religioso. Pero de invitación a los cultos no puede prescindirse jamás, si el propósito del acto es realmente la evangelización.

Debemos dar gracias a Dios por los medios modernos de difusión del Evangelio con que contamos, y aprovecharlos al máximo, según las posibilidades económicas de cada grupo cristiano.

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